En su obra “Con el amor no basta”, Aaron Beck hace referencia a que el amor y el cariño entre dos personas no es el único componente necesario para que una relación amorosa funcione. Así como cualquier profesional debe tener una serie de habilidades desarrolladas para tener éxito en su trabajo (el panadero, el zapatero, el mecánico), el éxito de una relación amorosa requiere de una serie (muy amplia) de habilidades de auto regulación emocional, de comunicación asertiva, de planeación y organización, de conducta auto eficaz, de negociación y resolución de problemas, entre otras. Una persona por ejemplo, puede amar ayudar a que la gente se recupere, pero no es un buen médico hasta que domine una serie amplia de habilidades a través de una preparación guiada, pues contrario a lo que nos enseña nuestra sociedad y las películas: con el amor no basta. La infancia suele ser fa etapa ideal de aprendizaje de las habilidades pertinentes a la salud mental, y la familia, suele ser el mejor (o peor) entrenador para dichas habilidades.

Los fans de “Game of Thrones” (“Juego de tronos”) podrán recordar que alguna vez, había una reina llamada Daenerys, quien también era apodada “la madre de dragones”; debido a que en su poder tenía a tres dragones (algo único en esa era). Durante alguna etapa de su crecimiento, Daenerys no tenía tiempo para gobernar a su pueblo al mismo tiempo que criaba a sus dragones, y debido a la dificultad que en ese momento atravesaba para poder controlar lo riesgoso que eran para su pueblo, decidió encerrarlos en un calabozo. Consiguió encerrar a dos de ellos, sin embargo, el tercero salió de su vista antes de intentar encerrarlo y no voló libre por los campos. Esto implicó que mientras dos de ellos crecían en un calabozo, el tercero de ellos creciera volando libremente por los valles, cazando ovejas y alimentándose libremente. Algunos años después, tal como lo predijo su consejero Thirion, el dragón que voló por los valles terminó siendo el más grande, leal y poderoso de los tres, mientras que los otros dos dragones (los encerrados en el calabozo) crecieron de un tamaño mucho menor.

Así como estos dragones, en todo el mundo existen personas que crecieron encerrados en cuevas y calabozos, y personas que crecieron en valles, cazando su comida (metafóricamente hablando, por supuesto). Así como los dragones necesitan crecer en valles, los niños tienen cinco necesidades psicológicas básicas universales durante su crecimiento. Crecer sin el cubrimiento de estas necesidades psicosociales sería como crecer en un calabozo en referencia al desarrollo psicológico óptimo que puede alcanzar una persona y cada necesidad universal tiene dos polos extremos para que dicha necesidad no se encuentre satisfecha en los niños:

  • Apego y conexión segura: no se da con padres muy asfixiantes y/o excesivos con su apego, ni con padres muy distantes y fríos.
  • Autonomía y logro: no se da con padres muy exigentes con las responsabilidades que le asignan a los niños, ni con padres que le hacen y resuelven todo a los niños (sobreprotectores).
  • Límites saludables: no se da con padres muy exigentes con las reglas y normas, ni padres con padres muy permisivos (los que dejan a los niños hacer todo lo que quieran).
  • Socialización, validación y expresión emocional: no se da con padres que no enseñan a expresar y/o castigan las emociones de sus hijos, ni con padres que se subyugan a resolver todo lo que sienten y dicen sus hijos.
  • Espontaneidad y juego: no se da con padres para los que la vida es una fiesta y no fomentan el compromiso y el deber, pero tampoco con padres «amargados» que no permiten bromear y jugar sanamente a los demás.

Basado en el modelo de Terapia centrada en esquemas Jeffrey Young. En otros autores pueden diferir las necesidades, pero este modelo se encuentra validado.

¿Tenemos que estar preparados para amar?

Estas necesidades básicas universales en el desarrollo juegan un papel fundamental en el desarrollo saludable de la salud mental de los individuos y por lo tanto, con su habilidad para relacionarse sanamente con los demás. Cuando un niño crece en un hogar sin estas necesidades, crece en una cueva. Los aspectos familiares, sociales, económicos, culturales, hereditarios, etc… juegan un papel fundamental en la satisfacción de estas necesidades. Así como hay dragones que crecen más pequeños en sus cuevas, hay personas que durante su vida no tienen el afortunado privilegio de crecer con el tamaño necesario para tener una relación amorosa saludable. Pero lo más importante de todo esto, es que tal situación no los vuelve más ni menos humanos.

Solucionando una vida en meses

El proceso terapéutico de los modelos basados en evidencia se centra en el desarrollo y entrenamiento de tales habilidades. Pero aprender realmente requiere de una profunda voluntad de cada uno de los integrantes de la pareja, y esto es un proceso meramente individual. Toda terapia tiene sus alcances y limitaciones. Frecuentemente, con estos requisitos, una terapia basada en evidencia, consigue resultados favorables para una relación de pareja.

No todo es color de rosa, pero eso no significa que no existan alternativas, me refiero a que ocasionalmente, la falta de crecimiento de un dragón es irreversible y eso es algo que también necesitamos reconocer y aceptar sin juzgar la situación. En muchas ocasiones, esa brecha entre el estado psicosocial actual de una persona y el estado necesario para sostener una relación saludable, es demasiado amplia (es toda una vida de ser quien se es) y la propia condición impide un contexto que de lugar a la voluntad necesaria para cambiar y/o bien, impide poder aprovechar las áreas de oportunidad para su desarrollo.

En ocasiones, existen factores neurológicos que agravan la insatisfacción de estas necesidades básicas en familia. Frecuentemente, resulta ser muy doloroso un proceso de aceptación de la diferencia entre una persona que queremos, y una persona que por más que luchemos con ello, no va a tiene las habilidades necesarias para tener el tipo de relación que deseamos tener. El propósito de hablar de esto no es desanimar a las parejas; sino asegurar que “cambiar la forma de ser de tu pareja” no es la única manera de mejorar tu estado actual. En terapia, me gusta explicarle a las personas el camino de la aceptación es un camino que se puede tomar en cualquier dirección.

¿Qué tan responsable puede ser de las cuevas de otros?

En las relaciones disfuncionales terminamos se puede identificar que alguno o los dos miembros terminan responsabilizándose del tamaño de nuestro dragón, queriéndolo cambiar. Podemos, por ejemplo, molestarnos con la idea de :“¿por qué mi dragón no vuelta tan alto? ¿por qué mi dragón no arroja fuego? ¿acaso es porque no le interesa volar conmigo? ¿acaso es porque no le interesa quemar mis problemas o defenderme del caos?…

… o acaso será porque tuvo una vida antes de conocerme, y necesito responsabilizarme de mi decisión.

En los problemas de pareja coexisten la excesiva auto responsabilización con la excesiva tendencia a culpar al otro.. Cuando nos creemos el responsable de la cueva del otro (y no sabemos que no lo somos), frecuentemente nos aferramos a querer cambiar un pasado irreversible. Cuando ignoramos por completo y nos desentendemos por completo del pasado, también nos estamos haciendo daño al no saber preguntarnos amablemente “¿Qué responsabilidad puedo asumir en esto?”.

Este es el dragón que tú elegiste y esta es la cueva en la que creció… no es bueno ni es malo, es lo que es.

Tus dos opciones

Negar las cosas no nos ayuda a cambiarlas. El camino de la aceptación es siempre un camino que se puede tomar en cualquier rumbo.

  1. Tomar terapia de pareja es asumir que las dos personas van a dejar de culparse entre ellas para intentar entrenar las habilidades necesarias para tener una relación de pareja estable, ocupándose cada uno mismo de su propio vuelo. Es decir, tú no puedes cambiar a tu pareja. Entendiendo al mismo tiempo, aceptando que frecuentemente, lo que se ha aprendido de manera significativa en una vida no puede cambiar tan fácilmente.
  2. Dejas de culparte a ti y de culparlo a él, para asumir la propia responsabilizad del afán de permanecer en una relación que puede tener el amor, pero sin las habilidades necesarias, para en su lugar, generar aceptación hacia las emociones que provoca una separación. Tendemos a vivir de una manera tal (especialmente en las relaciones largas) que terminar una relación nos resulta impensable. Sin embargo, muchas veces esta es la diferencia entre un estado actual de felicidad y un cambio positivo en nuestras vidas.

Durante mi trabajo como terapeuta he llegado a la siguiente conclusión: “El camino de la aceptación, es un sendero que se puede tomar hacia cualquier rumbo”.