En terapia, me encanta repetirle a los pacientes que “todo es válido” por el simple hecho de que la experiencia individual existe. Validar a mis pacientes, es al igual que para los mejores terapeutas, es en sí mismo un gran “secreto” para hacer sentir mejor a las personas y ayudarlas a resolver sus problemas o bien, los problemas que nosotros tengamos con los demás, e incluso con nosotros mismos.
La invalidación: el enemigo de la armonía.
Imagina que cuando llegues a mi consulta, te venderé unas deliciosas galletas cubiertas de chocolate, las cuales cuestan 10 pesos. Ahora imagina que justo tienes una moneda de 10 pesos en tu bolsillo y te dispones a comprarme una deliciosa galleta con chocolate. Sin embargo, no acepto tu moneda y te digo; “tu moneda no vale” ¿Cómo te sentirías?
Esa emoción, es el resultado de que habré invalidado tu moneda.
Así es, la invalidación (no hacer «válido» algo que evidentemente está ahí) puede producir enojo, frustración, vergüenza o incluso tristeza. De la misma manera en la que invalidaría tu moneda en este ejemplo, nuestra cultura y nuestra sociedad, a todos nos enseña a invalidar:
• Conductas hacia los demás: “está mal lo que haces, dices/hiciste, dijiste”, “no deberías hacer/decir eso”, “lo haces mal”.
• Pensamientos: “tu punto de vista es incorrecto”, “no deberías pensar así”:
• Emociones: “no tienes motivos suficientes para sentirte así”, “no deberías sentirte así”, “deja de sentirte así”.
¿Qué es validar?
Validar es comunicar que las emociones, pensamientos y acciones del otro, tienen sentido, dado el contexto en el que se desarrollaron en algún momento y/o se desenvuelven en el presente. La metáfora del elefante ilustra excelentemente de qué manera cada individuo construye su perspectiva del mundo a través de la experiencia que le brindan sus sentidos. Pues comunicar, sería en esta metáfora como decir: “entiendo que, para ti, el elefante es como un tronco, y bajo el lugar del elefante que tocaste, tiene sentido que lo consideres así”. Si no lo has echo, te recomiendo leer la metáfora para entender en un sentido más amplio, cómo validar los pensamientos de las personas, y con ello, la coherencia que esto tiene con sus emociones y conductas.
¿Qué NO ES validar?
Validar lo que una persona hace, dice, siente o piensa, no significa estar de acuerdo con lo que hace, dice, siente o piensa.
Validar tampoco significa que estar de acuerdo con que lo que una persona hace, dice, siente o piensa, sea lo mejor que puede hacer, decir, sentir o pensar.
Validar tampoco implica permitir “lo que sea”, y mucho menos, implica que se le de pie a que alguien siga haciendo algo que no le ayuda o afecta a los demás. Ninguna de estas situaciones se dio al momento de validar la idea de que el elefante es como un tronco. Por lo tanto:
“No necesitamos estar de acuerdo con algo para poder validar, ni siquiera nos tiene que gustar para poder validar. Puedo validar algo, aunque no me guste”.
“Se puede estar en completo desacuerdo con algo y, aun así, comunicar el sentido que tiene”.
“No se necesita invalidar, para no estar de acuerdo”.
Las personas siempre buscan estar bien. Aún cuando una persona se encuentra llevando a cabo conductas que no le ayudan a sí misma y/o a los demás, simplemente se encuentran actuando en coherencia con su experiencia, y es necesario validar dicha experiencia para caer en cuenta de que sólo es eso, una experiencia, y no una verdad absoluta.
Ejemplo de validación
Las adicciones son conductas sumamente disfuncionales en los adolescentes, sin embargo, consumir sustancias psicoactivas es algo que hacen cuando no disponen de mejores herramientas para obtener aquello que les da el alcohol. Como ejemplo, yo no necesito estar de acuerdo con que un adolescente tome alcohol, (puedo estar en desacuerdo, pero ello no me limita) para poder expresarle que tiene sentido que quiera tomar porque es la más inmediata manera (o la mejor que desde su experiencia conoce) para tener amigos, sentirse seguro, relajarse, divertirse y/o olvidarse de sus problemas. Imagina el diálogo mediante el cuál tu podrías explicarle eso a un adolescente: ¡Eso es validar!
¡Espera! ¡ya habrá tiempo para defender tu punto de vista! porque claro, nadie busca que un adolescente tome alcohol. Pero muchas personas cometen el garrafal error de defender su punto de vista sin saber validar al otro: ¿crees ese adolescente va a escuchar y tomar en cuenta a alguien que sólo llega a decirle que tiene que hacer algo opuesto a lo que hace para tener amigos, sentirse seguro, relajarse, divertirse y olvidarse de sus problemas? ¡Adivinaste! no te va a escuchar, te vas a cansar de pelear, y esto sucede porque no lo validaste primero y/o no pudiste haberlo de la manera adecuada. Cuando defendemos nuestros puntos de vista, corremos el muy probable riesgo de invalidar, i de hacer sentir inválido, el punto de vista del otro. Talvez, mi error en ese caso podría ser dar por sentado que el adolescente sabe que entiendo su conducta, pero si no lo estoy comunicando, no sirve dentro de la interacción que yo lo entienda.
Validar es una herramienta para el cambio. Validar es una herramienta parpa ayudar a los demás y a nosotros mismos, pues negar las cosas no evita que en realidad estén sucediendo, y mucho menos que existan todas las condiciones necesarias para que le continúen sucediendo a las personas que le suceden.
¿Entonces validar es como tener empatía?
Son dos cosas distintas; ser «empático» suele ser entendido como por las personas como «ponerse en los zapatos de la otra persona». En términos de perspectiva, dentro de la metáfora de los sabios ciegos ser empático, correspondería a “colocarse en la posición de otro sabio ciego”. Sin embargo, en realidad, es un tanto imposible vivir exactamente todo lo que los demás vivieron, es decir, es imposible tener todas las mismas condiciones para que una persona termine pensando, actuando y sintiéndose de cierta manera. En el ejemplo anterior, quizás nunca viviremos en carne propia lo que el adolescente vive, pero tampoco necesitamos vivir específicamente su vida para entenderlo. Pudiera servir, pero no es necesario que un sabio ciego «se pare donde» estaban todos los demás sabios ciegos. Bastaría con asumir que cada uno está colocado en distintas partes del elefante.
Validación, entonces, consiste en comunicar a otra persona que sus respuestas son válidas a la luz de su contexto, y que nosotros entendemos que está posicionado en ese contexto.
Entonces, la empatía es necesaria, pero no es suficiente para validar, ni imprescindible para validar, ya que, además de sólo comprender el contexto del otro, validar requiere comunicar claramente a la persona que su punto de vista es comprensible y por qué lo es:
“Entiendo que, para ti, el elefante es como un tronco, y bajo el lugar del elefante que tocaste, tiene sentido que lo consideres así”, “talvez eso sería el elefante para mi si estuviera en tu lugar”, opcionalmente, podrías decir «yo también he tocado esa parte del elefante» si genuinamente lo has echo, pero no es necesario.
Si has llegado hasta esta nota, es posible que tu terapeuta del Centro de Psicoterapia Contextual busque que la validación sea una herramienta importante para alcanzar tus objetivos terapéuticos. Has llegado hasta aquí y has terminado de leer esta nota, porque has echo válida tu intención de conocer y de cambiar ¿Cómo te hace sentir eso? ahora, si es una emoción agradable lo que has validado, ¿crees que sentirte mejor te pueda ayudar a hacer los cambios que necesitas hacer en tu vida? si es así, ¿no conviene validar entonces a otros y a ti mismo, en el proceso de solucionar esos problemas? cuéntame en los comentarios.
Considero que validar permite entonces conocer la perspectiva de los demás, puedo validar la opinión de los demás sin que sea necesario aceptar su solución a mi vida, es decir, puedo darme cuenta que su intención en muchas ocasiones es ayudarme con sus consejos, pero de mí dependerá qué acepto y que no, pues de eso también dependerá mi bienestar.