Hasta alguna incierta etapa de la historia de la humanidad, el aprendizaje de los individuos parecía tener en su totalidad la función evolutiva de garantizar la supervivencia de la especie al eficientar su capacidad de interactuar efectivamente con su ambiente, aunque nunca conoceremos el momento más efectivo de esta misión, es gracias a nuestros aprendizajes que podemos desenvolvernos de manera relativamente efectiva en el día a día. Sin embargo, es posible que dar por sentado que nuestros aprendizajes no son nada más que una virtuosa herramienta, podría dejar sin un ámbito de cambio a la posibilidad de que en ellos también se encuentren las razones de los inconvenientes emocionales e interpersonales que nos llevan a la terapia psicológica, pues al fin y al cabo, nuestro ambiente social e interpersonal, es cada vez más cambiante.
Antes de formar parte de un proceso de psicoterapia y favorecer la consciencia de sus esquemas de aprendizajes y del manejo de sus variables históricas, las rumiaciones psicológicas de las personas suelen formar parte de un debate interno que, antes de haber permitido que un profesional le trate, intentan resolver sus problemas por sí mismas, entrando a un círculo vicioso donde es el propio problema quien intenta resolver el problema. Es claro que, de alguna manera, salir de un problema siempre va a conllevar algo más que continuar actuando conforme la coherencia interna que estos esquemas tienen, pues las suertes de profecías autocumplidas como «las personas me van a hacer daño», «las personas me van a dejar», «las personas son hipócritas», o «yo no soy suficiente» cobran en cada vivencia de las personas, grados de verosimilitud relevantes que son operantes sobre la manera de relacionarse con sigo mismos y las demás personas.
¿Y que hago? siempre es la pregunta que un paciente tiene cuando puede notar y comprender los sentimientos de frustración que evoca tener en cuenta cómo han vivido una y otra vez atrapados en estos guiones e historias. Tener un proceso franco y objetivo de psicoterapia lleva a ordenar y reordenar desde pares hasta docenas de veces un flujo de autoconsciencia sobre la operatividad concreta de estos esquemas. Ello vuelve necesario, en ocasiones, tener que adoptar determinadas «reglas» y compromisos personales para que, más allá de la terapia, las personas tengan algo dentro de lo cual inscribirse a sí mismas dentro de la intención de descolocarse de la tendencia natural que las personas tenemos a olvidar que nuestros problemas surgen de los impulsos a que sea el propio esquema de aprendizaje problemático quien intente solucionarlo. Debido a la complejidad de ello, hay pocas cosas que puedan adoptarse como un principio general para cuidar la salud mental de las personas, y me parece que buscar asumir la responsabilidad de hablar por sí mismo es una de ellas de la cual es necesario hablar.
Al fin y al cabo, que es verdad que podemos estar relativamente seguros de las cosas que pensamos, sentimos y queremos hacer. En concreto, hablar por sí mismo, consiste en mostrase como una persona responsable de sus propias interpretaciones, de sus propias emociones, de sus propios impulsos de actuar, y de sus propias conductas. Es decir, YO estoy pensando, YO estoy sintiendo, y por eso, es que YO estoy actuando.
  • Yo estoy teniendo el pensamiento de «X».
  • La situación me hace pensar que «X».
  • Esta situación me hace sentir «X».
  • No puedo evitar sentir «X».
  • Actué así porque YO sentí «X».
¿Para qué hablar por sí mismo? para que no sean nuestras propias historias de dolor, las que intenten resolver nuestros problemas, empeorando las cosas, en el peor de los escenarios; para no mantener activos nuestros problemas entrando en el círculo vicioso que los causa, en el mejor de los escenarios, y para actuar resolver el momento presente, en el más virtuoso de los escenarios.
Nuestros esquemas de aprendizaje, son eso, esquemas (creencias, pensamientos e ideas preconcebidas). Sin embargo, cuando les damos un lugar que va más allá de lo que son, no se encuentran resolviendo el momento presente, sino que están actuando como si continuáramos experimentando el mismo escenario que las crearon, cuando en realidad, ya nos encontramos en una situación que es diferente e incluso algo más compleja que el mundo interno que los niños interpretan en su momento cuando se encuentran aprendiendo. A pesar de que ciertamente, ya no somos niños, nuestros esquemas actúan conforme automatismos que no revisamos, pues precisamente esa es la intención de su creación, «automatizar» determinados procesos cognitivos que nos permitan eficientar nuestra interacción con el ambiente. Es así como continuamos creyendo que las demás personas no nos quieren, que son crueles o egoístas, que nosotros no somos suficientes, o que las cosas no irán bien para nosotros; pues actuar en coherencia a estos esquemas cumple con la programación genética de preservar nuestros recursos orgánismos… pero nuestro cerebro todavía no sabe que ya no necesita «ahorrar tanto» al momento de interactuar con los demás, y que ahora, puede tomarse el lujo de revisar los echos, pues su supervivencia ya está relativamente garantizada en la mayor parte de su vida.
La auténtica madurez en las personas no tendría por qué ser un criterio moral o social que las personas «alcanzan» bajo cierto parámetro estandarizado, más bien, es algo a lo que nombramos, cuando las personas ya tienen la capacidad de adaptarse al mundo real, a su propio mundo real, donde hay experiencias ajenas que escuchar, donde hay historias más amplias que las que nos contamos a notros mismos, donde necesitamos amar y ser amados mas allá de las historias con nuestros padres. La responsabilidad de hablar por sí mismo desde «el yo», cuando hablamos de cualquier cosa referible a nosotros mismos, podría tener el significado de buscar resolver los contratiempos que nuestra historia impuso para nosotros a la hora de tener autocompasión y buscar la vida que queremos vivir.
¿En qué momento tomamos la responsabilidad de hablar por nosotros mismos? ¿cuándo fue que nos creímos por completo las historias que nos contamos a nosotros mismos? es algo que al menos, se hace presente cuando actuamos y respondemos dando por sentado que tenemos la razón en actuar de una manera que no tiene muy en cuenta el contexto de los demás, y esto, es lo que generalmente ocurre, cuando nuestro acercamiento hacia ellos no tiene una intención consciente y genuina de validar (dar un verdadero lugar) a lo que es el otro. No solamente acusamos a los demás de nuestros pensamientos con palabras, también con acciones, con distancias, con castigos. No solamente hacemos responsables a los demás de nuestras historias de dolor con nuestros juicios, también con nuestra indiferencia, también con nuestro solipsismo, y también, con nuestro seguir en la vida lejos de todos los demás.
Es por ello que YO espero que este escrito pueda ayudarte, pues A MÍ me haría sentir bien, verte salir adelante a través de lo que YO considero que sería bueno tener en cuenta, así lograría ver un resultado que YO creo que sería bueno para tí, siendo que en todo caso que como todo ser humano, uno siempre puede estar equivocado y terminar autodestruyéndose cuando no logra ver más allá de sí mismo. En todo caso lo harías por tí, como YO lo hago por mí.