Moldeamiento y modelamiento

En este artículo no sólo definiremos merecidamente al modelamiento y al moldeamiento como dos de los conceptos más fundamentales del análisis y la ciencia conductual en términos de lo que son y de lo que no son. También aprenderemos a conocer sus principales similitudes y diferencias dentro de la práctica de la psicología basada en evidencia mediante muy puntuales ejemplos.

La facilidad para confundir estos dos interesantes conceptos, radica en la semejanza de sus nombres, sin embargo, ambas son herramientas conductuales bastante distintas. Esto no hace menos lo que tienen en común; en la práctica, tanto el modelamiento como el moldeamiento, funcionan como recursos que facilitan conseguir una conducta que no existe dentro del repertorio conductual de un individuo es decir, la «línea base» de sus conductas, especialmente, cuando la ausencia de esta conducta pueda deberse a que la conducta en cuestión es muy específica, compleja o simplemente, no existe dentro de la historia de aprendizaje de un individuo.

Conforme el análisis de la conducta lo permite entender, se sabe que existen contingencias que pueden incrementar la presencia de alguna conducta (“reforzadores”), independientemente de que la conducta en cuestión sea deseada o indeseada. Sin embargo, antes de asumir que los reforzadores por sí mismos son el «único» elemento necesario para incrementar una conducta, conviene asumir que entre los diversos obstáculos que pueden surgir al intentar desarrollar una conducta dentro del repertorio conductual de un individuo, se encuentra la posibilidad de que no se conozca la conducta deseada en cuestión o bien, que en otros casos, la conducta deseada pueda ser demasiado compleja para las habilidades (aprendizajes base) de un individuo, es decir, – la conducta no se encuentra dentro del repertorio de conductas de quien se desea que lleve a cabo determinada conducta -.

Aunque es difícil precisarlo en métodos investigativos, que esta situación sea un problema en la práctica psicológica es mucho más común de lo que imaginamos, pero más insospechada de lo que merece. Esto da pie a algo que todo analista conductual debería tener en cuenta: ¿Cómo se supone que podrá uno reforzar una conducta que el individuo no puede llevar a cabo, ya sea por desconocimiento o por complejidad? Antes de tan siquiera, comenzar a reforzar una conducta cuya frecuencia se desea incrementar, necesitamos asegurarnos de que esta conducta puede «ocurrir», situación para la cual, empleamos el modelamiento y el moldeamiento. La ausencia de esta simple pregunta, lleva a muchos psicólogos a creer que la no ocurrencia de las conductas planteadas a desarrollo se debe a un montón de variables distintas (como las propias contingencias) o peor aún, incluso a variables inventadas y ajenas al funcionalismo contextual.

Modelamiento

El modelamiento de la conducta consiste en facilitar la observación de la conducta deseada, a la persona que aprenderá la conducta en cuestión.

El modelamiento nos deja en claro que muchas cosas las aprendemos observando a quien las hace primero, y después intentamos hacerlas nosotros, es decir, imitando a un modelo. El modelamiento requiere, entonces, de un modelo y de un observador, quien es o será la persona que queremos que aprenda la conducta en cuestión, mientras que modelo será alguien que ya es capaz de llevar a cabo la conducta y la presentará al individuo de una manera – más o menos – específica en la que se busca que se lleve a cabo. Por «observar» una conducta, no nos referimos a sólo mirar; no basta con llevar a cabo la conducta frente al individuo en cuestión, sino que es importante asegurarse de que la está atendiendo perceptivamente, ya sea viendo, o en algunos casos, escuchando, tal como sucede cuando un cantante aprende una pieza musical escuchando a otro, ese es nuestro primer ejemplo claro de modelamiento.

Modelar una conducta, no es explicarla: existe una gran e importante diferencia entre explicar los pasos necesarios para abrir una puerta y en cambio, abrir la puerta frente a un observador. Algunos ejemplos de modelamiento muy usuales pueden ser ver un video en youtube sobre cómo hacer el nudo de la corbata, observar de un maestro cómo se lleva a cabo alguna técnica artística o marcial, o incluso un video de cómo instalar paso a paso un software o hacer un trámite en un portal de internet, que te muestre en la pantalla el paso a paso del proceso. El aprendizaje generado por el modelamiento puede ser más certero que otros tipos de aprendizajes, y en algunos casos, es imprescindible para llevar a cabo conductas complejas, pero algo si queda claro entonces; una cosa es modelar una conducta y otra totalmente distinta, es explicarla o «entenderla».

Si al aprender habilidades nuevas complejas no tuviéramos los modelos, nos podría una eternidad aprenderlas. En lugar de eso, observamos cuidadosamente cómo lo hacen otros, y si la consecuencia es conveniente para nosotros, lo hacemos, e inversamente, cuando la consecuencia no es conveniente, es menos probable que lo hagamos, cuando las conductas llevan al castigo. Nuestros padres, la sociedad y los medios de comunicación son modelos permanentes de conductas que pueden ayudarnos, o afectarnos a futuro. Sin embargo, la ocurrencia del modelamiento no es lo único necesario para que una conducta persiste, sino más bien, si está se ve reforzada, castigada o extinta por su contexto.

Para mencionar otro ejemplo, se le puede pedir a un adolescente que lave sus trastes en la comida como parte de mantener acuerdos saludables, y el adolescente puede tener alguna idea vaga sobre la conducta en cuestión, sin embargo, puede llegar a lavar el traste inadecuadamente si en el pasado no ha tenido la oportunidad de observar cómo se lleva a cabo dicha conducta de manera adecuada, pues es algo a lo cual naturalmente no ha prestado atención. Los adultos solemos prestar atención a los trastes sucios debido al reforzamiento natural que su limpieza conlleva, sin embargo, naturalmente, esto va a ser desconocido en el contexto funcional del adolescente en cuestión. Por muy sencillo que parezca lavar los trastes, la falta de moldeamiento puede llevar al fracaso cuando intentamos cambiar algunas conductas.

En este caso en concreto, podríamos terminar castigando la intención del adolescente de lavar el traste al comentarle que lo hizo mal, lo que puede llevar a que la consecuencia de lavar un traste sea sentirse molesto y, por lo tanto, no quiera volver a intentarlo y con toda razón, esto pase a ser parte de su historia de aprendizaje. Podemos entonces pasar juzgar la conducta de las personas que no actúan como esperamos, o bien, aprender a entender un contexto funcional. En la práctica he aprendido que un terapeuta experto debe hacerse al intentar cambiar la conducta de un individuo es: ¿mi paciente conoce y sabe ejecutar la conducta en cuestión? nos sorprendería la frecuencia con la que omitimos tal posibilidad.

Moldeamiento

Cuando queremos que una persona desarrolle una conducta complicada, intensa o compleja que todavía no conoce, o para la cual, necesita desarrollar antes determinadas capacidades que no tiene para hacerla, podemos ir moldeando esta conducta gradualmente, por ello, el moldeamiento también es conocido como “aprendizaje por aproximaciones sucesivas”:

El moldeamiento es un proceso que consiste en ir reforzando la conducta que se encuentra cada vez más próxima al tipo de conducta que deseamos desarrollar.

Es decir, aquella que es cada vez más y más parecida o cercana a una «conducta final» de un camino de «sucesiones» o avances hacia ella.

Como ya podrás darte cuenta, modelamiento y moldeamiento no son lo mismo. El mejor ejemplo de moldeamiento para mí, es aprender a hablar. Esta es una conducta bastante compleja que no sucede de repente porque algún día se nos ocurrió. Por lo general, es un proceso que primero incluye algún balbuceo azaroso que es reforzado con la atención o miradas del cuidador u otras personas, que se va refinando al decir, por ejemplo, “ma-ma”, y reforzamos sus exclamaciones con más atención, o dándole al infante las cosas que se va diciendo en cuestión, conforme lo que se necesita (ej. «le», “leshe”, «leche») moldeando así poco a poco palabras, oraciones y frases hasta el momento de reforzar una pequeña conversación.

Algo que también caracteriza a un moldeamiento controlado y no casual (a diferencia del ejemplo mencionado con la conducta verbal en un individuo), es que primero se debe identificar con antelación la serie de pasos que pueden llevar a la conducta específica, lo cual llamaremos “aproximaciones”, las cuales sirven para identificar el momento indicado en el que hay que reforzar la conducta. Algo muy importante en el moldeamiento, es que, si el individuo en cuestión retrocede dentro de la secuencia de pasos o aproximaciones, no se le refuerza por las aproximaciones anteriores, sino por las subsecuentes.

El moldeamiento tiene la maravillosa virtud de dejarnos en claro, que las conductas más complejas y complicadas, se desarrollan paso a paso. Existe un caso interesante de rehabilitación mediante el moldeamiento de una chica con discapacidad intelectual severa, a la cual le resultaban aparentemente imposibles diversas conductas esenciales para su autonomía, entre las cuales se encontraba caminar. Diversos especialistas no habían podido encontrar la manera de facilitar que caminara mediante instrucciones directas, se creía incluso que además de la discapacidad intelectual existía algún tipo de daño neuronal que no permitía el movimiento de las piernas. La realidad es que, debido a que la chica nunca había caminado, sus piernas no tenían el tono muscular para hacerlo, por lo cual entonces, además de moldear la conducta de caminar, sería necesario moldear la conducta de ejercitarse.

El moldeamiento comenzó dándole un dulce a la chica la primera vez que entró a la habitación en la que había una bicicleta fija puesta para que se ejercitara. No se le volvió a dar un dulce por entrar a la habitación, más bien se le daría por llevar a cabo la siguiente aproximación, es decir, la siguiente conducta que se pareciera más a pedalear. Por ello, se le dio un dulce la primera vez que se acercó a la bicicleta. Después no se le volvió a dar un dulce por acercarse a la bicicleta, sino por el siguiente eslabón, que era poner sus manos sobre la bicicleta y esa conducta no fue reforzada nuevamente, sino que recibió el dulce en la siguiente aproximación. Gradualmente, fue sucediendo lo mismo hasta que se consiguió la conducta deseada de pedalear la bicicleta durante cierta cantidad de tiempo. En el proceso se le reforzó cuando puso sus manos sobre los manubrios, cuando puso sus pies sobre los pedales, cuando hizo algún pequeño movimiento azaroso de los pedales con los pies, cuando pedaleó alguna vez y finalmente, cuando se mantuvo pedaleando por periodos cada vez más y más grandes de tiempo. Conforme mejoraba el tono muscular de sus piernas también se moldeó su conducta para usar una andadora. Finalmente, la bicicleta y el uso de la andadera, fueron aproximaciones graduales que facilitaron el moldeamiento de la conducta de caminar. Poco a poco, la chica en cuestión aprendería mediante esta técnica conductas más complejas como escribir, pronunciar algunas oraciones, ir al baño e incluso hacer algún trabajo sencillo.

La utilidad de esta técnica puede pasar por alto muy fácilmente. En el día a día de nuestra vida cotidiana, desearíamos ver en los demás y en nosotros mismos, conductas de un nivel tan complejo, que parecieran difícil de alcanzar, por lo que nos resignamos con relativa frecuencia. La verdad es que estamos perdiendo toda oportunidad de generar un cambio cuando sólo estamos esperando a que ocurra una conducta, tal cual como se espera que sea al final de su modelo. En lugar de regañar a un adolescente, por ejemplo, a que limpie toda su habitación, – cosa que difícilmente sucederá por sí misma – , podemos comenzar dándole las gracias por bajar un vaso de su habitación a la cocina. Podríamos ir siendo graduales dándole una golosina por haber recogido su ropa del piso y además haber tendido su cama, comprometiéndonos con nosotros mismos como reforzadores de la conducta que deseamos ver. Podemos acompañarlo con el modelamiento de doblar los calcetines y los pantalones frente a él, tal como esperamos que lo haga, hasta llegar al día en el que preparemos su comida favorita por haber limpiado todo su cuarto, sin que fuera necesario generar discusiones con él.

Dentro de los límites éticos no hay límites para la aplicación del uso del modelamiento y el moldeamiento a nuestro favor, en realidad existen miles de aplicaciones cotidianas que el modelamiento y el moldeamiento pueden tener en las relaciones de pareja, en dejar de consumir sustancias adictivas, en el control de la ansiedad, en mantener hábitos y rutinas saludables en las condiciones que lo necesiten, en fin. El modelamiento y el moldeamiento forman parte de la manera natural en la que los seres vivos adquirimos un repertorio de conductas complejas, ya sea para bien, o para mal.

Día a día, conforme todos nosotros vamos mejorando y perfeccionando nuestras conductas, el simple hecho de que cada vez nos otorguen mejores beneficios o se automaticen y, por lo tanto, requieran menos esfuerzo, es un reforzador natural. Así es, las leyes naturales que gobiernan la conducta de los organismos vivos ocurren, aunque diversos enfoques pseudo-psicológicos proyecten en el conductismo su propia idea de «manipulación» deliberada.

Lo más importante, es tratar de usar estas herramientas con una intencionalidad dirigida a un estilo de vida saludable ¿quieres aprender a tocar la guitarra como Jimmy Hendrix? O talvez te basta con tener el propósito de ser mejor persona, pareja o trabajador, o talvez te ha sido complicado que sean otros los que logren lo que parece imposible. Pues ten por seguro que al incentivarte a ti mismo por cada pequeño paso que das en su jerarquía, estás en el camino a lograrlo. Si somos sistemáticos y comprometidos los sus procesos, veremos el potencial de lograr incluso, esas conductas que parecieran ser tan imposibles.

Quiero agradecer tu tiempo por leer mi post sobre modelamiento y moldeamiento, no dudes en dejarme un comentario, pues el tiempo que te has dedicado a aprender has crecido como persona, y seguramente, eso es una aproximación sucesiva hacia una vida con dirección y propósito.

Referencias

– Stumphauzer, J. S. (2017). Behavior Modification Principles: An Introduction and Training Manual.

– Kazdin A. E. (1996). Behavior Modification in applied settings.

2 Comentarios

  1. Sigfrid

    Hola, parece que el procesador de textos te ha cambiado la palabra modelar por moldear en algunos casos. Tu explicación ha sido muy beneficiosa para mi, aunque he tenido que estar atento a los cambios de palabra que hay en el texto, de forma errónea, para no confundirme.

    Responder
    • Psicoterapiacontextual

      Hola! gracias por tu comentario! ya corregimos la entrada, y que bueno que te haya servido.

      Responder

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